Ana: El motivo para la humildad | Mujeres de la Biblia | Coalición por el Evangelio (2024)

¿Has experimentado relaciones difíciles en tu vida? ¿Quizás provocaciones, incomprensión, acusaciones falsas, indirectas, burlas, hipocresía o engaño? Yo sí. No se siente nada bien. ¿Pero sabes qué otra cosa no se siente bien? Cuando lees en la Palabra que debes responder con humildad frente a esas situaciones.

Sí, leíste bien: no se siente bien. Seamos honestas: a nuestra carne le gusta la atención y la autocompasión. Así que cuando alguien se comporta contigo en alguna de estas formas, lo que menos deseas es tener que morir a ti misma para seguir a Cristo… ¿no es cierto?

Sin embargo, en la Palabra leemos muchas veces versos como estos:

  • “Amar a Dios significa obedecer sus mandamientos, y sus mandamientos no son una carga difícil de llevar” (1 Jn 5:3 NTV)
  • “Sus caminos son caminos agradables y todas sus sendas, paz” (Pr 3:17)
  • “Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera” (Mt 11:30)

Si esto es así, ¿por qué nos cuesta tanto responder en humildad ante las relaciones difíciles?

Tus ojos en el lugar incorrecto

Los capítulos 1 y 2 de 1 Samuel nos narran la historia de Ana, una mujer que vivió diferentes situaciones difíciles en su vida. Primero leemos que no podía tener hijos (recordarás que en tiempos bíblicos, no tener hijos significaba una afrenta para la mujer hebrea). Por este motivo ella tuvo que soportar la burla de Penina, la otra esposa de su marido (¡Ah! ¡También una relación complicada!), pues Penina sí podía tenerlos. La historia nos cuenta cómo Penina la provocaba amargamente para irritarla.

Cuando nuestras mentes y corazones se contemplan a sí mismos, responder con humildad a las situaciones adversas es una tarea imposible

Además, su marido parecía no comprenderla muy bien. Las palabras que él usa para consolarla no buscaban entender el sentimiento de tristeza de Ana, sino desviar su atención hacia él mismo: “Ana, ¿por qué lloras y no comes? ¿Por qué está triste tu corazón? ¿No soy yo para ti mejor que diez hijos?” (v. 8). Como si esto fuera poco, cuando Ana decide ir al templo para orar y derramar su corazón al Señor por su petición, el sacerdote Elí la acusa de estar aparentemente borracha.

¿Cómo respondemos normalmente ante este tipo de situaciones? La narrativa personal de muchas mujeres (sí, también tengo que incluirme) vendría a ser más o menos así:

  • “No puedo dejar que Penina pase por encima de mí. Yo soy muy valiosa y merezco respeto. La próxima vez que quiera burlarse de mí, sabrá lo que es una mujer enojada”.
  • “Mi marido no me entiende, creo que nunca lo hará. ¡Está tan enfocado en sí mismo! Yo necesito alguien que me sepa escuchar y me dé verdaderas palabras de aliento”.
  • “¿Borracha? ¿Dónde se ha visto tanta falta de respeto? ¿Es que acaso Elí no sabe quién soy yo?”.
  • “No merezco tantas dificultades. Sé que no soy perfecta, pero no merezco vivir lo que estoy viviendo. Necesito salir de estas relaciones que tanto daño me hacen. ¡Necesito ser feliz!”

¿Qué tienen en común todas estas respuestas? Todas están centradas en el “yo”.

En efecto, el lugar al que corren nuestros ojos suele ser nosotras mismas. Cuando nuestras mentes y corazones se contemplan a sí mismos, responder con humildad a las situaciones adversas es una tarea imposible. El corazón y la mente comenzarán a reclamar sus derechos, buscar su propio placer y desear huir o vengarse de la persona que le está causando daño.

Un único y grandioso motivo

Lejos de las respuestas que dimos arriba, Ana muestra una humildad sorprendente. La Biblia nos deja ver que ella no respondía a las provocaciones de Penina, no le hacía reclamos a su esposo por no entenderla, y ofrece explicaciones al sacerdote Elí con gran respeto. ¿Cómo es que logra desarrollar un carácter tan maduro?

El mismo que nos pide andar en humildad y morir a nosotras mismas, es quien nos provee de salvación, refugio, sabiduría y ayuda

La respuesta a esta pregunta se encuentra en el capítulo 2. Cuando el Señor concede a Ana el tener un hijo, y luego ella lo lleva a la casa del Señor para cumplir su voto de dedicarlo solo a Él, ella adoró al Señor, dejando ver lo que realmente estaba en su corazón. Al leer la oración completa, podemos ver que su motivo para la humildad no era otro que Dios mismo porque Él:

  • Ofrece salvación a su pueblo (v. 1)
  • Es un Dios santo (v. 2)
  • No hay nadie como Él (v. 2)
  • Es roca firme para el cristiano (v. 2)
  • Es Dios de sabiduría (v. 3)
  • Él es juez que pesa las acciones (v. 3)
  • Exalta al humilde y humilla al que se enaltece (vv. 4-7)
  • Es ayuda para el necesitado (v. 8)
  • Guarda a sus santos (v. 9)

¡Qué gran esperanza! El mismo que nos pide andar en humildad y morir a nosotras mismas, es quien nos provee de salvación, refugio, sabiduría y ayuda, ¡todo porque es un Dios que nos ama con amor eterno!

Sí, nuestra falta de humildad es resultado de no poner los ojos en el lugar correcto: en el Señor. En su oración, Ana demuestra que tenía una sola y grandiosa motivación: el Señor mismo y lo que Él ha hecho y hace con su pueblo. Cuando quitamos nuestra mirada de nosotras, para ver quién es Él y lo que ha hecho, tenemos la mayor motivación para andar como Él nos pide, ¡y sus mandamientos ya no son gravosos!

El Señor está trabajando en medio de nuestras dificultades para cumplir su promesa de pacto

¿Lo conocemos lo suficiente para que nuestro amor y confianza estén tan arraigados en Él, que responder en humildad a nuestras circunstancias no sea una carga difícil de llevar?

Un rey ungido y una promesa de pacto

El último versículo de nuestra historia (v. 11) nos deja entrever una razón más para aprender a ser humildes: el Señor está trabajando en medio de nuestras dificultades para cumplir su promesa de pacto, que es ser nuestro Dios y que seamos su pueblo.

Dios usó el dolor de Ana para transformarlo en gozo por el nacimiento de Samuel, el hijo que pidió al Señor en medio de su tristeza. Así el pueblo de Israel pudo tener, después de décadas de fracasos, a un juez justo que lo llevaría a la transición hacia un reino poderoso bajo David y Salomón, donde Dios mismo habitó entre ellos y manifestó su gloria.

Pero hay más: de estos reyes vendría Jesús, el verdadero Rey Ungido, quien con su vida demostró ser santo, roca firme, sabio, juez justo, ayuda y guardador, que exalta a los humildes; y con su muerte ofreció salvación para todo aquel que en cree en Él, haciendo de nosotros su posesión preciada para siempre. ¡Él es nuestro Dios, nosotros su pueblo!

¿Acaso necesitamos una motivación más para andar en humildad como Él nos lo pide?

Oh, Señor, recuérdanos todos los días que si hemos de andar en integridad y humildad, no es por nosotras, sino por ti. En Cristo oramos, Amén.

María Fernanda Agudelo es colombiana, casada con Gabo Ochoa desde el 2009, con quien tiene dos hijos (Emma y Gael). Desde su adolescencia el Señor le ha llevado a servir en diferentes ministerios y hoy lo hace en la conferencia “Transformada” en Colombia y Coalición por el Evangelio. A través de los años ha recibido capacitación con el apoyo del Ministerio para Mujeres de la PCA, Committee on Discipleship Ministries (CDM) y The Gospel Coalition. Junto a su familia, es miembro de la Iglesia Bíblica de la Ciudad, en la ciudad de Barranquilla.

Ana: El motivo para la humildad | Mujeres de la Biblia | Coalición por el Evangelio (2024)

FAQs

¿Qué reflexión nos deja la historia de Ana? ›

En el evangelio según san Lucas, encontramos la figura de Ana, una mujer que, a pesar de las adversidades de la vida, se mantuvo firme en su fe y servicio a Dios. Su historia es un testimonio de dedicación y esperanza, que nos invita a reflexionar sobre nuestra propia vida y compromiso con la fe.

¿Qué es la humildad en el Evangelio? ›

La humildad es el reconocimiento de que nuestras aptitudes y talentos son dones de Dios; no es señal de debilidad, de timidez ni de temor, sino una indicación de que sabemos de dónde proviene nuestra verdadera fortaleza. Puedes ser humilde y, a la vez, ser audaz y valiente.

¿Que nos enseña la oración de Ana en la Biblia? ›

La oración de Ana muestra su gran fe, conocimiento del Evangelio y amor por Dios. Señale que el Señor está complacido cuando expresamos gratitud por nuestras bendiciones.

¿Que nos enseña Dios sobre la humildad? ›

cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos” (Mateo 18:1, 4). “…porque el que es más pequeño entre todos vosotros, ése es el más grande” (Lucas 9:48). Jesús siempre indicaba que Su Padre era la fuente de Su poder y conocimiento.

¿Qué aprendemos de la historia de Ana en la Biblia? ›

Anna, en su historia, nos invita al mismo tipo de expectativa con la que vivió su vida. Ella modela cómo puede ser un discipulado cristiano saludable: algún tipo de ayuno, oración continua y compartir las buenas nuevas con los demás . Ella nos ayuda a imaginar cómo sería para nosotros depender únicamente de nuestro Creador.

¿Que nos enseña el libro de Ana? ›

La historia de Ana nos muestra el valor de la resistencia, la esperanza y la solidaridad frente a la barbarie y el odio. Son los sueños, los sentimientos y las esperanzas de una niña que quería ser escritora y que supo asumir con dignidad uno de los momentos más crueles de la humanidad.

¿Quién fue el hombre más humilde de la Biblia? ›

Moisés era un hombre muy humilde. En toda la tierra no había nadie más humilde que él. El Señor llamó a Moisés, Aarón y María, y a los tres les ordenó ir al tabernáculo de reunión.

¿Dónde nace la humildad? ›

¿De dónde surge la palabra humildad? La palabra humildad proviene del vocablo latino humilitas, que a su vez tiene la raíz humus que quiere decir tierra en latín. Con respecto a esta consideración, la palabra humildad tiene que ver con nuestra capacidad de aceptar nuestras limitaciones y bajezas.

¿Por qué Dios honra la humildad? ›

#1 – Dios muestra gracia a la gente humilde .

Santiago 4:6 nos dice que “Dios se opone a los soberbios pero muestra favor a los humildes”. El orgullo nos coloca en un lugar donde nos separamos de la gracia de Dios. Pero la humildad nos coloca en una posición en la que necesitamos a Dios y recibimos su gracia. El perdón de nuestros pecados es un acto de gracia.

¿Qué tiene de especial Ana en la Biblia? ›

La historia de Ana se encuentra en 1 Samuel 1:2 – 2:21 en la que una mujer infértil lucha por encontrar su autoestima . Sin embargo, a través de la fe en Dios, ella se convierte en la madre del profeta Samuel, quien ungiría al primer rey de Israel, Saúl, y al rey más grande de Israel, David.

¿Qué significa Ana para Dios? ›

Ana es un nombre propio femenino teofórico de origen hebreo (חנה Ḥannāh, arameo Ḥannēh) y significa «benéfica, favorecida, gracia». Todas las páginas que comienzan por «Anna».

¿Por qué Dios hizo esperar tanto a Ana? ›

No era que Dios fuera malvado o insensible a la difícil situación de Ana, sino que Dios estaba esperando el momento en que Ana madurara bien para recibir el hijo especial que Él quería darle . Hasta que Dios vio que Ana había crecido y desarrollado un carácter piadoso; Dios no le entregó a Samuel.

¿Quién en la Biblia mostró humildad? ›

Moisés fue el mayor profeta del Antiguo Testamento y, sin embargo, era “muy manso, más que todos los pueblos que había sobre la faz de la tierra” (Números 12:3). Se sometió fielmente a Dios. David, sin embargo, puede ser el ejemplo más claro de humildad en el Antiguo Testamento.

¿Cuál es la verdadera humildad? ›

Verdadera humildad es estar dispuesto a renunciar a todo lo que proviene de mí para ser obediente a Dios y hacer Su voluntad. El verdadero significado de humildad es la misma actitud que puedo aprender de Jesús: “no se haga mi voluntad, sino la tuya.” Lucas 22:42.

¿Cómo te enseña Dios a ser humilde? ›

Dios desarrolla la humildad en nosotros a través del evangelio al presentarnos la humillación de Cristo . También desarrolla la humildad a través del evangelio al señalar la grandeza de nuestros pecados, revelándose a sí mismo y su santidad para que podamos ver la negrura de nuestro pecado en términos objetivos.

¿Qué podemos aprender de la vida de Anna? ›

Una vida vivida en adoración y oración da como resultado el reconocimiento de la obra de Dios . Anna había pasado horas adorando a Dios y orándole antes de este momento. Como resultado, cuando Cristo entró al templo ella lo reconoció como el enviado a redimir.

¿Qué podemos aprender de la vida de Ana? ›

De Ana también aprendí que Dios es digno de rendir a sus pies incluso el mayor anhelo de nuestro corazón. Cuando nació su hijo, Ana lo entregó al Señor para que sirviera en el ministerio sacerdotal. Hoy en día conocemos al profeta Samuel como una de las figuras más importantes del Antiguo Testamento.

¿Que quiso decir Ana? ›

Ana es un nombre propio femenino teofórico de origen hebreo (חנה Ḥannāh, arameo Ḥannēh) y significa «benéfica, favorecida, gracia».

¿Por qué Anna se quedó en el templo? ›

Normalmente, la herencia sería para un hijo varón, pero ella no tenía hijos, por lo que Anna realmente se quedó sola y sin nada. Decidió pasar el resto de su vida en el templo. Podría haber elegido pasar el tiempo lamentándose por lo que no tenía .

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Author: Catherine Tremblay

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